sábado, 4 de agosto de 2012

Tirando la vida por la borda

¿Qué estoy haciendo?

¿Por qué estoy tirando mi vida por la borda? ¿Por ella? No lo sé...pero esto es estúpido. ¿Quien me habría imaginado escapándome de mis obligaciones, de mi casa, de mi hogar, en busca de alguien que probablemente no me recuerde...? He viajado por los peligrosos mares infestados de monstruos y corsarios, lleno de criaturas malignas, selvas horribles plagadas de mosquitos enormes, fiebre, hambre y sed... ¿y todo por qué? Por Marina...¡es ridículo! ¡Igual que ella!

Ridículo, pero mi corazón aún ansía saber qué demonios significó ese beso...y qué significó para ella.

Ese estúpido beso que ha cambiado toda mi vida. ¡Maldito el día en que jugué en robarle su primer beso! Jugué con fuego y puede que ahora me vaya a quemar...y ni siquiera sé si me da igual. ¡¿Por qué es todo tan difícil?!

¡Por el amor de Dios he abandonado mi hogar un día antes del día señalado para mi pedida de mano a Alicia! Los Orsini y los Lara deben estar ahora reunidos, preguntándose donde está el futuro Barón prometido...

Alonso eres idiota...¿cómo se te ocurre dejar a tu futura prometida plantada? Ese casamiento nos iba a permitir pagar los impuestos de la Villa...¿Pero qué digo? La culpa no es solo mía.

¿Acaso te crees con derecho a besarme, hacerme sentir algo que no comprendo y desaparecer dos meses, Marina? Pues se acabó la espera, me niego a mandarte ayuda otra vez como en San Cristóbal, me niego a velar por ti en la distancia una vez más. Voy a patearme los siete mares, voy a preguntar en todas las tabernas de mala muerte, voy a atravesar todos las junglas extrañas y encontrarme con todas las tribus caníbales del Archipiélago de la Medianoche. Esta vez voy yo en persona a buscarte, no puedo esperar una noche más en vela intentando deshacer este ovillo de sentimientos. Te voy a encontrar maldita sea. Puede que en tu mirada encuentre las respuestas que busco...y saber por qué me he fugado de casa humillando a los Orsini.


Un mes viajando... mi mirada se ha apagado ligeramente, tengo ojeras, ¡hasta me ha crecido la barba porque ni siquiera tengo ganas de afeitarme! No entiendo nada...hasta ahora todo era un juego ¿no? hasta que ella comenzó a jugar también a lo mismo que yo. Y entonces surgió una chispa. ¿Pero qué?

Por eso tengo que encontrarla...y cuando la vea, cuando mis ojos se encuentren con los suyos, sabré si esa chispa que nació en mi interior arde con el fuego de la pasión o todo volverá a ser como antes. Tengo que encontrarla...

- ¡Marinero! ¡Se te están escapando las amarras de la vela mayor! Cuidado con esos cabos, ¿Quieres perder una pierna? ¡¿En qué demonios estás pensando, grumete?!

Despierto de repente y me encuentro en mitad de la cubierta. Es de noche, está lloviendo a mares, una vez más, me ha pillado una tormenta tropical brutal y El Mercante zozobra. Maldita niña... mira lo que hago por ti, más te vale que estés en peligro. Intento concentrarme en la tarea, pero el huracán me arranca las cuerdas y la vela mayor se desata dejando escapar un pico y azotándonos con los aparejos de hierro.

-¡Por la Madre Océano, chico! ¡Lárgate de aquí y encárgate del trinquete! Con un poco de suerte las sirenas reclamarán tu pellejo inútil.

Voy tambaleándome por la cubierta. Tropiezo con todo tipo de gente y se quejan de mi torpeza al caminar sobre un barco, me clavo una astilla en mis pies descalzos y llego al trinquete. Me aferro al bauprés como si no hubiera mañana, mientras con un cuchillo deshago el nudo que ha hecho el dios Éolo y que está partiendo el mástil. Me ato al bauprés y cuelgo sobre el océano...me han mandado al sitio más peligroso del barco. Maldigo para ahogar el vértigo mientras cuelgo sobre un cabo bastante precario. Procuro no mirar abajo mientras hago la tarea.

-Maldita Marina...¡Estúpida! ¡Idiota! ¡Imprevisible! ¡Cazurra! ¡Loca! ¡Testaruda! ¡Temeraria! ¡Mentirosa! ¡Me dijiste que ibas a la Islas de las Especias! ¡DOS MESES!- una ola se alza sobre la quilla y me cala hasta los huesos. El cabo atado como un arnés sobre mi cintura me salva la vida- ¡Cuando te encuentre te vas a enterar!

Entonces veo como bajo mis pies un torbellino de agua sale de los oscuros mares. No es un torbellino...es...escamoso y grande.

-¡Un Leviatán!- trepo mientras escupo agua salada y subo a cubierta.

-¡Todos a las armas!-gritan en general- ¡Repartid mosquetes y arpones!

El capitán del Mercante miró con incredulidad.

-¡Malditos locos! ¡La pólvora está mojada y húmeda, no tenemos posibilidad contra el Rey de los Mares! ¡Soltad lastre y nos marchamos por estribor! ¡Volvemos a la Isla de las Especias!

Nadie discutió la orden. Excepto yo.

-¡Mi capitán, tengo que llegar al Puerto Real! ¡Debemos continuar, debemos llevar el cargamento!- digo sin ninguna convicción, el cargamento de especias realmente no me importa. El capitán me mira incrédulo.

-¡Muchacho, no sé si estás loco o simplemente quieres suicidarte! Pero si no vivimos para contarlo, estas especias se perderán igualmente.

-¡Debemos continuar! ¡No podemos deshacer camino ahora! No ahora que estamos tan cerca de Puerto Real...- aferro con mis manos la casaca del capitán, quizás con demasiada desesperación. Uno de los marineros me guantea la cara por agarrar y contradecir al capitán. Pero es la última pista que tengo de ella. Los piratas decían que la Temeraria Marina Oliván estaba reclutando valientes hombres para marchar al Oeste, allá donde acaba los océanos y la tierra...

Caigo sobre la madera y una enorme ola nos visita en la cubierta y se lleva a varios marineros. El capitán se mete en el camarote del castillo de popa y yo por los pelos me aferro al agarradero del mástil más próximo. Una vez más, esquivo la muerte.

No podíamos volver ahora atrás...sí volvíamos ahora sí que no tenía ninguna posibilidad de encontrarla a ella. A la estúpida y temeraria Marina. Se acabó...

De pronto, un barco ballenero empotró con nosotros en mitad de la tormenta. Se escucha un disparo y un garfio se engancha en las cuerdas de El Mercante. Estupendo, no era suficiente con un Leviatán rondando y tentando nuestra muerte como para que nos abordaran los vikingos Vesten.

-¡Nos abordan!- grito mientras estoy seguro de que voy a morir en cuanto llegue el primero de los asaltantes.

Y efectivamente, alguien aborda nuestro barco y muero...pero muero de alivio y esperanza.

-¡Alonso!

La figura que viene balanceándose en el cabo de abordaje es Marina. Tiene mal aspecto, huele a pescado y tiene el pelo horrible por la humedad. Pero al fin y al cabo es mi Marina. Me da un vuelco el corazón. No sé como interpretarlo.

El Leviatán se levanta sobre nuestro barco...nos ha alcanzado. A Marina le ponen una espada sobre el cuello uno de los marineros de El Mercante. Ella ni se inmuta de la amenaza y busca mi mirada a través de la intensa lluvia. Nuestras miradas se encuentran y nos quedamos callados. Nos miramos, los dos estamos confusos... nadie dice nada.

¿Es que no piensas decir nada? ¡Idiota!


Nos seguimos mirando a los ojos...no entiendo nada. No se ha aclarado nada en mi corazón. Ese mismo sentimiento que no sé si es algo más que amistad o el mayor fuego que nadie ha sentido jamás en este mundo. Decido picarme con ella y cantarle las cuarenta en mitad del mayor combate en alta mar que he visto en mucho tiempo...luchamos espalda con espalda... mientras le reprocho todo lo que llevaba acumulado...

Te odiaré porque aún no sé cómo amarte...

2 comentarios:

  1. Buscarle una lógica al corazón no tiene lógica alguna. Cada latido es un click de las agujas de un reloj y el tiempo pone las cosas en su sitio, jovencito ^^

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  2. Finalmente, tras pasar por mil y una desventura, lo conseguisteis. Y cuando vuestros ojos se encontraron con los míos pudisteis ver...más confusión si cabe.
    Sois un estúpido, Alonso.


    Marina Oliván.

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