martes, 20 de diciembre de 2011

Encuentro inesperado

La noche era fría y el rocío de la gran ciudad de San Cristóbal empañaba los cristales de las humildes casas del ensanche. El ensanche de San Cristóbal era conocido por lo por la cantidad de mendigos, gitanos y artistas de pacotillas que se agolpaban en la puerta sur, aprovechando el poco espacio que daba el puente para avasallar a los visitantes o gente de caridad. Por la noche aquello era otra historia. La Inquisición salía a la caza de herejes, los criminales salían a hacer de las suyas y afloraban los vicios.

De todas formas, Valia no le dio importancia. ¡Tenía que encontrar una vaca!

La muchacha destacaba demasiado en el lúgubre ensanche. Sus ropas eran ligeras y de colores azulados, así como los enormes aros que adornaban sus orejas y brazos. Monedas colgaban de su pañuelo elegante (y pirata)justo encima de sus ojos y hacían un leve tintineo que siempre le hacía gracia. Normalmente llevaba su violín, como si fuera parte de ella, pero la delgada muchacha no creyó conveniente llevárselo ahora. Tenía que desinfectar de alguna manera las heridas de una compañera. Menos aún las novelas de aventuras y romántica que tantas veces intentó terminar de escribir. No encontraba el final perfecto. Sacudió la cabeza y siguió su camino. La delgada figura no hacía ningún ruido. Ser la hija del Rey de la Fraternidad de los Piratas le había enseñado mucho, aunque era la primera vez que salía de su casa, aquel pedazo de roca aislado en el océano.

"¡Por todas las barbas de los siete señores de la piratería! Para una amiga que tengo y estoy a punto de perderla. Ella es mi única mejor amiga. ¡Tengo que salvar a Marina!¡Piensa Valia! Piensa,piensa, piensa, piensa, piensa, piensa, piensa, piensa. Tengo que desinfectar las heridas de su espalda, esos latigazos no tienen buena pinta. Pero para eso necesito orín de vaca, como hacía papá ¡Es lo único que sé de medicina! ¿Pero dónde encuentro una vaca a estas horas? Mmm..¿Dónde estaría yo si fuera una vaca? Uf, realmente tendría que ser un rollo repollo ser una vaca, todo el día en el campo, comiendo, con un puñado de gente que solo espera que le des leche... já ¡¿Que les des leche o de leches?! ¿Por qué no habrá nadie conmigo siempre que tengo el ingenio agudizado?"

En esto iba divagando Valia en sus dispersos pensamientos sin darse cuenta de que se metió en el peor callejón del barrio pobre del ensanche. Unas figuras oscuras, sucias y de sonrisas maquiavélicas la miraron como depredadores al ver que alguien había caído en su red. Y no alguien cualquiera: una indefensa y pobre muchacha. Valia no le dió importancia al imprevisto y saludó a los matones que le sonreían de forma malvada.

-Buenas noches.- saludó Valia a los indeseables con una sonrisa, y prosiguió su camino.

Uno de ellos, contrariado, la detuvo con un golpe seco contra la pared, cortandole a Valia el paso.

-¿A dónde te crees que vas, pequeño ruiseñor?- preguntó el que la detuvo acariciándole una mejilla con su manaza sucia.

-¡Oh! ¿No tenéis miedo de mi?- dijo ella con los ojos abiertos de la emoción ¡Nadie se detenía a charlar con ella! La única que lo hizo fue Marina en Puerto Diablo. ¿Sería que su suerte está cambiando?

Los matones rieron de forma estúpida. El líder habló sacando un puñal.

-¿Por qué deberíamos tenerte miedo?
-¡Ah, pues eso es lo que yo digo!- dijo la muchacha empuñando el dedo índice ante la nariz del matón.- ¡No entiendo por qué la gente tiene que huir de mi sólo por ser la hija del sanguinario Rey de los Piratas de la Bucca! Solo tiene que mantener su falsa reputación de pirata, leches. No es necesario andar con pies de plomo conmigo solo porque todo el que haya intentado hacerme daño esté colgando del Acantilado de los Ahorcados. Mmm...vosotros parecéis piratas, o por lo menos oléis como ellos. ¡Sois de la Bucca! ¡Seguro! ¡Yo también! ¡Vivo al lado del Castillo Negro! ¿Y vosotros? ¿Dónde vivís? ¿En los campos de azúcar? ¿El mercado de esclavos? ¡!Ah, no me lo digáis! ¡Puerto Diablo!

El líder de los matones echó un paso atrás y miró a su grupo.

-¿Qué demonios le pasa a ésta? ¿Está poseída o algo así?- dijo dándole vueltas a su índice sobre su sien.

Pero Valia seguía hablando, aunque nadie la escuchara. Hacía tiempo que no hablaba con gente diferente. Mucho tiempo.

- Lo malo es que no puedo quedarme a charlar, tengo que buscar orín de vaca para curar las heridas a una amiga que ha sido azotada vilmente por la Inquisición y...

-¡Cállate! ¡Cállate!¡Cállate!¡Cállate!¡Cállate!¡Cállate!¡Cállate!¡Cállate!- gritó el matón.

-¿Por qué? ¡Ah claro! Supongo que vuestras mercedes también querréis hablar. ¡Qué tonta soy! Es que hace taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanto que nadie habla conmigo. A excepción de mis mejores amigas Marina Oliván y Cintia Ruíz. ¿Las conocéis? Pues mira...

-LA MATO.- esgrimió el malo su puñal, el resto la rodeó.- Después le quitamos los maravedíes que tenga y nos largamos antes de que llegue la Ronda.

-¡¿Qué?! Ah...claro, supongo que a fin de cuentas seguís siendo piratas.

-¡Que no somos piratas, cojones! ¡Callate ya!- el matón estaba fuera de sí.- ¡A por ella!

Pero una elegante voz de barítono salió de la oscuridad del callejón. Detrás de ellos.

-Nadie va a tocar a la señorita.

Los matones se giraron. Pero allí ya no había nadie. Solo vislumbraron una sombra púrpura que desapareció velozmente.

-¿Quién demonios va?- gritó el matón.

-Aquí arriba, caballeros.

Allí estaba. Un elegante hombre castellano se encontraba como una gárgola en cuclillas sobre las tejas de la casa castellana del callejón. Sus ropas púrpuras volaban al frío viento nocturno. Su figura era recortada por la luna llena, haciendo juego con la máscara blanca de sonrisa misteriosa.

-¡Quién pollas eres tú!

-Ah...¡qué descortesía! Permitidme que me presente. Soy El Vagabundo. Un hombre de todas los lugares y de ninguna parte. Protector del Buen Rey Sandoval y de los indefensos. Ayudante de los pobres y servidor de los débiles. Me temo que habéis cometido un error, caballeros. Extorsionar, intimidar, robar y matar es un delito contra la humanidad. Supongo que ahora que lo sabéis dejaréis a la muchacha tranquila y os reformaréis como hombre de bien. De lo contrario- aquí endureció la voz- tendré que considerar que sois viles bestias y tendré que trataros como tal. No me hagáis desenvainar, me supone un gran esfuerzo tener que devolver mi espada a su sitio...y siempre lo hago.

Los matones se quedaron boquiabiertos. A Valia se le iluminaban los ojillos. Aquél caballero enmascarado sería inspiración para sus novelas románticas esa noche.

-¡Disparad a ese invertido de púrpura!- gritó el matón. Todos desenfundaron pistoletes y dispararon sin ton ni son.

La sonrisa del Vagabundo se ensanchó detrás de la máscara.

-Respuesta equivocada.- dijo antes de recibir los disparos.

El callejón se llenó del estruendo de las detonaciones y de nubes de pólvora. ¡La figura púrpura había desaparecido! ¡No estaba en el tejado! Miraron por todas partes, pero no podían ver con la nube de pólvora que habían formado. Les escocía los ojos. De entre las brumas salió el enmascarado realizando una floritura arriesgada con su estoque. Cazó a los matones de uno en uno. Un golpe en la garganta, seguido de un barrido de estoque que se cobró las vidas de otros tres. Cuando conseguías verlo, él desaparecía en la nube, para volver a mirar a tus espaldas y ver la sonrisa de su máscara a escasos centímetros de distancia. Hasta sentir su aliento de justicia. El líder de los matones estaba solo, frente al enmascarado, rodeado de cadáveres.

-¡Buh!

El matón salió huyendo de forma alocada.

-¡El diablo! ¡El diablo!- gritó.

-Respuesta acertada.- dijo el Vagabundo lanzando un puñal.- Pero no a tiempo.

El líder matón cayó a la carrera en mitad del callejón.

-¿Estáis bien, mi dama? Lamento no haber llegado antes para indicaros que este camino no era el adecuado.

Valia, por una vez en su vida, no sabía que decir. Fue un momento histórico.

-¡Justicia al Rey! ¡Justicia a la Iglesia! ¡Dejen paso a la Ronda!- se escuchó por la calle. Los disparos alertaron a las autoridades.

- Es el momento idóneo para marcharse. ¿No lo creéis?

-S-sí. -respondió ella.

-Agarraos a mi. Vamos a desaparecer.

Otro disparo sonó, pero para lanzar un garfio que les llevaba a los tejados. Desde allí arriba, el Vagabundo vio a los guardias que examinaban a los cadáveres.

-Otra vez la misma mierda.- bufó el alguacil- Igual que ayer, disparos, cadáveres y nadie que atrapar. Espero que la Inquisición no esté metida otra vez en este caso.

No tenía nada que ver con el disparo de Marina sobre la asesina Elsa. En el tejado dos figuras estaban sentadas mirando la luna. El enmascarado y Valia.

Valia empezó a soñar.

"¡Ahora se quitará la máscara y será un hermoso caballero, nos enamoraremos, viajaremos lejos y correremos grandes aventuras!"

-¿Estás bien, Valia?

Ella la miró alertada, mas bien sorprendida e ilusionada.

-¡¿Cómo sabes mi nombre?!

-Sería un mal padre si no lo supiera.

-¡¿Papá?!- preguntó estupefacta entre el alivio y la decepción.

Él se quitó la máscara. Un rostro...quizás sospechoso para los ojos de la conspiración.

-El mismo. Alguien me dijo que estabas aquí.

-¿Quién?- preguntó sorprendida.

-Marina Oliván.

-¡Ah, mi mejor amiga!- aprovechaba cualquier momento para soltarlo.

-¿Por qué estas aquí? Te dije que te quedaras en casa.

-¡Pero papá! El Pirata Roberts, el Libertino, el senescal que dejaste, está militarizando toda la isla. ¡Toda la Fraternidad parece que va a entrar en una guerra! Está en bancarrota. ¡Tienes que volver!

Él miró la luna.

-Lo siento. Aún no...estoy detrás de algo grande. Algo que no puedo ignorar.

- Ya...como siempre- dijo abatida.

Él la rodeó con el brazo y con un truco de prestidigitación le sacó una rosa roja de la nuca.

-¡Una de las rosas de mi mamá!- gritó animada

-Así es. Y en mi otra mano...- sacó un frasco.

-¡Orín de vaca!

- Cura a Marina, se lo merece después de lo que ha sufrido. Quizás haya descubierto algo importante en mi investigación. ¿Tú estás bien? ¿No tuviste problemas para salir de la Bucca?

-Sí...pero tranquilo papá. Marina y sus compañeros cuidan de mi. Tengo buenos amigos.


"Los mejores"

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San Cristóbal. Después de que Marina fuera ajusticiada con 50 latigazos en la Villa de la capital por la Inquisición y fuera rescatada por el Vagabundo para cumplir su deuda con ella.

1 comentario:

  1. Ains...te dije que no podías fiarte de cualquiera, Valia. Suerte que El Vagabundo estaba allí para salvarte, aunque no fuese exactamente quien soñabas.

    - Marina Oliván.

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